Una
mina por explotar.
Sabía su autor que la historia de dos amantes rondando por el Muro de
Berlín tenía buena pinta. Ahora bien, ¿cuál era la dirección más
apropiada? ¿dejarlo en una simple canción de amor? ¿centrarse en la
crítica
política? Este himno de Bowie tiene la grandeza de fusionar hasta
confundir dos
temas más que antagónicos: el amor y la guerra (en este caso, fría).
Nos
situamos en Berlín. Año 1977. Desde una ventana el artista David Bowie
observa el encuentro de una pareja en el lugar menos apropiado de la
ciudad: el Muro. La escena no puede ser más épica. Vigilados por los
soldados, se supone en un día frío y gris, los amantes se adentran en un
juego peligroso que, inevitablemente, acaba en disparos.
Y el
vídeo, en versión corta y con una iluminación muy básica, otorga más
épica a los seis minutos de la canción original. Reducido a tres
minutos, el concepto es muy sencillo. De la oscuridad surge estática una
figura delgada, quebrada, triste. Sus movimientos parecen
entrecortados, tímidos, como si le diera vergüenza gesticular más de lo
normal. Lejos queda su época de mimo. La mirada divaga perdida entre la cámara y el infinito. El montaje oscila entre un plano general y el primer plano lateral. Resaltan los colores de sus ojos. Al final,
cobran más protagonismo los reflejos de la luz trasera y se atisban
ciertos indicios de sonrisa en su rostro. No obstante, lo único que se
ha movido ha sido la cámara.
Cuatro nombres para comprender Heroes.
David Bowie y Brian Eno compusieron la "trilogía berlinesa", tres
díscos míticos para el cambio de década. Ambos perfilaron la idea: el
primero se centró más en la letra; el segundo experimentó con el
sintetizador.Robert Fripp le dio vueltas a lo de la guitarra; y
Visconti, leyendas
aparte (dicen que la pareja de la que se habla en la canción eran él y
una amante), encajó en un muro de sonido todas las ideas anteriores.
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