Línea Editorial


Que nadie busque aquí un mínimo indicio de objetividad; sinceramente, no lo hay. En este blog se reflexiona sobre la obra del artista David Bowie, metáfora del cambio inacabado. He aquí, por tanto, una excepcional fusión de arte, pensamiento y esquizofrenia.

viernes, 17 de julio de 2015

"Space Oddity" o el spleen sideral

Fue estrenada en el verano de 1969, al calor de la moda espacial que imperaba en el séptimo arte a finales de los setenta. El huracán 2001, Una odisea del espacio (1968) arrastró a muchos artistas de la época, entre ellos Bowie. Y la inmensa mayoría se bajó del carro cuando el modelo se había agotado meses después... lo que pasa es que para Bowie la imaginería firmada por Stanley Kubrick nunca se agotó. La historia de aquel hombre agazapado en algún lugar de la galaxia, pensando en cortar cualquier mínimo contacto con la Tierra, tuvo continuación en "Ashes to Ashes" (1980), en "Hallo Spaceboy" (1995), en el "Rocket Man" (1972) de Elton John, en el "Major Tom" (1982) del alemán Peter Schilling (incluso ronda por youtube una versión de los mismísimos Hermanos Calatrava).


Con el paso de los años esta muestra de folk espacial, escrita por una criatura de quién sabe qué mundo extraterrestre aterrizado en la Anglosajonia cultural de la Guerra Fría, sigue ganando enteros y adeptos. Que la historia reúne las condiciones propias de una obra universal es evidente: soledad e insatisfacción, evasión como solución más fácil al tedio terrestre, pesimismo y, lo mejor, todo ello envuelto en los acordes de una guitarra acústica a la que vamos llegando como si de un eco escondido tras la puerta se tratara. La melodía, encajada en un halo de spleen sideral, no termina: simplemente enlaza lapsos y más lapsos de instantes perdidos al otro lado de la cápsula.  



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